Los sentimientos de cariño amplían la visión del hombre, alegan el alma, despejan la mente, nos lleva a los más ignotos parajes del conocimiento humano. Pero en contra, existen sentimientos oscuros que nublan las entendederas, como si se tratase de pesadillas inconexas que ensombrecen nuestra vista; tropezamos entonces una y otra ves, hasta perder el sentido de orientación y contacto con otros seres.
Terribles consecuencias provoca esta torcedura en el alma: así como una polilla se come la ropa, la envidia consume al hombre. Tal vez fuera por una mala semilla sembrada en la niñez, cuando padres, no son capaces de orientar correctamente ante el deseo de poseer el juguete del otro, o quizá las ocasiones en que no son reconocieron las primeras virtudes, los primeros aciertos.
Entonces comienzan a arrastrar ese mal hábito de medirse con los demás, de mirar que posee ese otro ser y no uno, y empieza a funcionar algún tipo de pensamiento mecánico que otorga a cualquier otra persona el papel de “posible enemigo”. En las ocasiones en que no son capaces las personas de enfrentarse a ese laberinto de auto reflexión sentimental, es probable que este fenómeno tome un carácter obsesivo.
Según mi viejo amigo Napoleón: “su esencia (la de la envidia), no es otra cosa que el deterioro de la autoestima, una inconformidad con uno mismo.
La verdadera envidia.
Si algo realmente caracteriza a la “envidia verdadera” es un deseo de que, el otro ser, al que se envidia, no tenga lo que tiene (valga la redundancia), que no sea real lo que posee, que no sea cierto su éxito, o no sea tanta como parece su riqueza.
Si te sorprendes molesto por que promocionen o suban el sueldo de un compañero/a de trabajo, si sufres por que le dieron luz verde a un colega o le aceptan un proyecto importante, si no te gusta que tus amigas/os vallan siempre bien vestidos o te inquieta que tu compañero/a tenga una pareja bien atractiva, si te descubres en estas o en alguna de estas: ¡AMIGO! Es un caso claro de “Envidia” envidia pura y dura…
Si te sorprendes molesto por que promocionen o suban el sueldo de un compañero/a de trabajo, si sufres por que le dieron luz verde a un colega o le aceptan un proyecto importante, si no te gusta que tus amigas/os vallan siempre bien vestidos o te inquieta que tu compañero/a tenga una pareja bien atractiva, si te descubres en estas o en alguna de estas: ¡AMIGO! Es un caso claro de “Envidia” envidia pura y dura…
Pero mis amigos la verdadera envidia no es desear lo que otros poseen, de hecho creo que esto es algo natural, que todos hemos hecho, sobre todo si no poseemos mucho. Como dije antes, lo que mas y mejor caracteriza a la envidia es el deseo de que el otro, el envidiado, no posea lo que tiene.
Una envidia fuerte y real, se centra imaginativamente en el otro, en esa persona envidiada, inclusive mas que en la misma persona envidiosa. Pero lo curioso es que la envidia es cargada solo por dentro, en la intimidad de nuestro cerebro, pues una manifestación de esta seria bien sencillo interpretarla como un acto, una declaración de inferioridad.
Por otro lado, la persona envidiada, muchas veces es ajena a que esto esta pasando. De modo que es el envidioso el que real y únicamente lo pasa mal. A su ves, la envidia puede ser mas potente o corrosiva, en las ocasiones en que se observa de arriba hacia abajo, o sea, para entendernos cuando alguien de mayor alcurnia digamos o mayor clase social, envidia a alguien inferior a el, sentimiento que suele ser agravado si la persona “inferior” resulta mas joven, inteligente o guapo que el otro ser. Este tipo de envidias son comunes en los centros de trabajo y en relaciones sociales jerarquizadas. Ver como un “inferior” te supera es muy doloroso, excepto claro, en las ocasiones muy frecuentes en que el “superior” puede atribuirse parte o la totalidad del éxito generado.
Otro alto potenciado de la envidia podríamos considerar que es “la proximidad” recuerdo a quien me dijo un día, sin dejar de llevar razón ni un minuto que: la envidia del amigo, puede ser incluso peor, que el odio del enemigo. Claro que no siempre ocurre entre próximos este tipo de envidia. Pero cuando esta tiene lugar en el trabajo o n cualquier otro ámbito social de connotación competitiva, es importante que consideréis que las felicitaciones o el comportamiento hipócrita de algunos amigos, no se harán esperar, como una manera de enmascarar su terrible sentimiento de envidia.
Este tipo de envidia también puede verse dentro de la familia, mas comúnmente entre hermanos, una situación que puede resultar altamente dolorosa y destructiva. Y repito, en la mayor parte de los casos es peor el daño al envidioso que al envidiado.
Este tipo de envidia también puede verse dentro de la familia, mas comúnmente entre hermanos, una situación que puede resultar altamente dolorosa y destructiva. Y repito, en la mayor parte de los casos es peor el daño al envidioso que al envidiado.
¿Está en todos?
Todos hemos sentido en algún momento de nuestra vida cierta dosis de recelo, pero, como el miedo, tenemos que aprender a vencerlo. Schopenhauer dejo escrito: nadie es verdaderamente digno de envidia; cada ser tiene sus virtudes y defectos, sus dones y debilidades, en cada vida hay problemas. El envidioso busca con inquina la parte virtuosa de los demás como algo que le resta a su felicidad, y cree que derribando la ajena se labra la suya. Así se retuerce la existencia remordiéndose el hígado con cada logro ajeno, en lugar de ser motivo de alegría y de aprendizaje. “¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta”, dejo escrito Victo Hugo y, ciertamente, el envidioso, ha corroído su alma de tal manera, que lo que puede aportarle belleza o sabiduría, se convierte en un virus.
Cuando reaccionamos a la envidia.
Ciertamente hay un “envidia benigna” que es aquella que solemos considerar sana, como cuando se dice: “tengo envidia de la buena de ti” esta a su vez es entendible como admiración; y es motor de mejoras en uno mismo. Pero, la envidia maligna se relaciona con deshonestidad y con conductas inmorales, y tiene a querer derrocar o hacer caer al envidiado. Es una fuente inagotable y permanente de hostilidad hacia el envidiado.
Una persona envidiosa, trata siempre de auto convencerse de que los bienes del envidiado no son tantos, es decir, busca infravalorar sus logros o su éxito. O también acuden a la queja hipócrita, de que la persona que envidia es falsa, ende humo. Pero sabe en el fondo que lo que no le gustaría es que vendiera fuego. Cuando consigue convencerse a si mismo/a, (que en el fondo no es mas que engañarse realmente) se siente mucho mejor.
Pero cuenta con otro recurso habitual, que es afirmar ventajas extras que ayudaron al envidiado a conseguir sus propósitos. También gustan de buscar desventajas o fracasos futuros, con el fin de amortizar los logros de este ser envidiado.
Todos son simplemente recursos, maneras de reaccionar de aliviarse de este sentimiento de envidia.
Una alegría un tanto rara.
Si se diera la ocasión en la que el envidiado fracasa en algo, entonces llega el momento más especial; es cuando aparece la verdadera cara de la envidia: el momento en que el envidioso se regodea en el error del envidiado. Para que me entiendan es algo parecido a la alegría que sentimos cuando el más listo de clase suspende un examen.
Este tipo de alegría maliciosa por llamarla de algún modo, aumenta cuando el envidioso es de estos agoreros que acierta sobre su pronóstico del futuro fracaso del envidiado y se toma esto como una reivindicación personal.
Hay quien la asemeja al: “cuanto pero para el, mejor para mi” pero realmente esta “alegría” es una de las mayores causantes de la hipocresía, por que, quien la posee, aunque se encuentra realmente contento, se muestra falso y preocupado. Así suelen utilizar frases como “es una pena esto” o “que lastimas que fuera así aquello”…
La claridad interior de las personas se dibuja en su rostro, en su actuar cotidiano; quien esta seguro de si mismo es abierto, se da con facilidad y sabe ser piadoso, comprensivo, con quienes se equivocan. El que destila odio en cada opinión que vierte, buscando una maldad escondida en cada gesto generoso de los demás, ese que no tiene compasión con nadie, y sobredimensiona exageradamente la mas mínima pifia ajena; ese que disfruta de “dar palos al burro caído” lleva en si la ponzoña venenosa….
CONTINUARÁ…
(Próximamente en “Open Mind” con respecto al tema de la envidia hablaremos del cerebro de un envidioso con datos interesantísimos, daremos claves y pistas de cómo defendernos ante envidias y sobre todo conocerás algunas de las terribles consecuencias que trae la envidia al envidioso… no te lo pierdas… sígueme…)
(Próximamente en “Open Mind” con respecto al tema de la envidia hablaremos del cerebro de un envidioso con datos interesantísimos, daremos claves y pistas de cómo defendernos ante envidias y sobre todo conocerás algunas de las terribles consecuencias que trae la envidia al envidioso… no te lo pierdas… sígueme…)
Buena idea has tenido al hablar de este tema. Creo que es bueno que enseñes como defenderse de estos sentimientos tan frecuentes como sucios y oscuros. Espero con ansias y expectativas la segunda parte como siempre Buen Trabajo. Saludos.
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Hay por dios… le he creado expectativas a Risto Mejide… estoy casi perdido jeje… espero poder cumplir con lo esperado. Al menos si tengo planeado tocar bien en profundidad el tema y enseñar un poco… en un final de eso se trata Open Mind de enseñar y ayudar… canalizando lo que ya se ha dicho mil veces por diferentes lugares pero traerlo mas freso y mas fácil para todos… como siempre muy agradecido por tus comentarios… saludos…
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Realmente estoy de acuerdo con todo lo que citas en este blog sobre la envidia, yo creo que todos de una forma o de otra hemos sido víctimas de ella y también hemos sentido envidia en alguna ocasión, la envidia como bien dices viene de mano con la hipocresía, y con las falsas amistades, son personas que no están de acuerdo con las victorias q obtienen otros a su alrededor, este es un sentimiento malo que no debería albergarse dentro de nadie… Saludos, buen trabajo…
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Si mi amigo, hay de diferentes tipos según dicen aunque de eso hablare en la segunda emisión jejej pero realmente es un sentimiento bien feo con el que tenemos que lidiar casi a diario hoy por hoy… y claro que es perfectamente normal desear el éxito que vemos en otro, pero no debemos desear que este lo pierda, sino trabajar para crear el nuestro… el brillo ajeno no apaga el nuestro créeme… un saludo especial para ti…
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